JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO

 

LAS BACANTES

 

 

 

a primeira lei do romance, a melancolia

J.M.M.

 

 

 

          Antes de que todo esto fuese como hoy es, los novelistas se sentaban en los cafés al atardecer y llevaban su mano al pecho, sacaban una pluma y escribían en cuartillas con membrete comercial un episodio más de su vida que por la mañana publicaría el Diario de la Ciudad entre las noticias deportivas y el crucigrama. Mercedes conserva, de los novelistas, esa melancolía que perdieron los poetas cuando les abrieron las puertas del museo.

 

          En el primer capítulo de esta melancolía, Mercedes nos describe su casa: habla de quienes ante ella pasan, de los visillos que velan sus ventanas, del cuerpo allí cobijado, de su música, de los colores, del sonido de sus palabras, de ella misma. En el segundo capítulo de esta novela se compilan diversos pliegos que Mercedes fue escribiendo tarde a tarde en los cafés de Cádiz; ahí se narra el sueño de náufrago de esos poetas antiguos que amamos como a visitantes nocturnos, y que no descubro ahora por no contar lo que todos pueden leer. El tercer capítulo es el último y está dedicado a un hombre mediterráneo que no hace mucho pedía que si alguien sabía le explicase lo que morir era.

 

          Y sólo queda que cada cual extraiga todo el amor que de una vida puede sacarse.

 

 

 

o amor que se tira a un corpo

J.M.F.J.

 

 

 

Lisboa, 19 de Março de 1984

 

 

 

(Publicado en Mercedes Escolano, Las bacantes, Ed. Catoblepas, Madrid, 1984, pág. 9)