Según el Antiguo Testamento, los ángeles fueron criados por Dios y tienen dos misiones especiales: ser sus mensajeros, para guiar y ayudar a su pueblo, y asistir ante el trono en la jerarquía celeste. Las mismas funciones se les asignan en el Nuevo Testamento. No obstante, aunque en el sentir general los ángeles son seres puros y sin pecado, dedicados únicamente al servicio de Dios, en la Biblia se menciona también a los ángeles caídos, cuya misión es tentar a los hombres.
Los versos que dan título a estos poemas son del poeta malagueño Rafael Pérez Estrada.
M.E.
CON EL ÁNGEL CAÍDO EMPIEZA LA GRAVEDAD
a Juan de los Ángeles
Donde la mimosa saeta esparce su peciolo,
allí donde la piel pierde su linde y se hace árbol,
justo en el dulce nido arrebatado a las cigüeñas
que abrevan en el río y ensanchan la comarca,
con pasión reincidente su arco enturbia mi nombre,
decapita mi virgo y pone en su lugar un dardo
que, abandonado al fuego crepitante del infierno,
como un cometa atravesara el cielo de la honra.
EL ÁNGEL DEL AMOR OSCURO TIENE EL PUBIS TRASPASADO POR UN PUÑAL
a José Ángel Cilleruelo
Encariñadas sus alas con la tibia presencia
de mi aroma, esquivando columnas de celeste
armonía que a la dicha sustentan, al juego
enardecido del amor no puso freno previo y,
acuchillado por un cielo de nubes fugitivas,
afiló con esmero la espada que anuncia
dulce ofrenda, ciñendo rumbo al paraíso.
Muchacho que te entregas a los brazos del alba,
cárdena y altiva tu espada mostrándome,
turbando vas, guerrero, las carnes a la noche
y tímidamente rozas con tu acero implacable
el rubor femenino que aflora a mis mejillas.
Niégame los rayos primeros de la aurora
y cuando el sol llegue al cenit del mediodía
regala a mi boca un puñado de almendras.
Dulces sabrán si vienen de tu mano.
EL ÁNGEL DEL PUERTO HACE TRENZAS CON EL HUMO DE LOS BARCOS
a Manuel Ángeles Ortiz
Más allá de la ola que culmina en locura,
seductora fragata cruel el insobornable,
mi mano navegante te pintaría alas.
Una brújula rosa, entre la agreste bruma,
circuncida la sangre y aprieta la saliva
para que no rebose el pincel de mi boca.
Encaprichado amante de añiles maremotos,
en la altura me crezco de tu mástil salado,
en el pezón violeta que mi ansia enarbola.
Ámame, ángel, en casta madrugada. Arrójame
del paraíso si, profanado el lienzo,
tu pétalo marítimo desfloro o apuñalo.
EL ÁNGEL DE LA IMPOTENCIA TIENE AMPUTADAS LAS ALAS
a Miguel Ángel Buonarotti
Mientras, dormido, Cupido reposa las alas
sobre un rosetón de mármol salvaje,
tus dedos recorren veloces la piedra
queriendo en su seno labrar la infinita
pereza del sueño, su piel imantada.
Despiértase el niño con sed en la boca
y al querer levantarse en busca de agua
talladas descubre de albo plumaje
sus alas, sujetas al mineral dominio.
Cuán presto ceñiste el cincel al torso
desnudo del ángel que asustado intenta
librarse del yugo y apuntar, vengativo,
una flecha contra tu corazón de roca.
Piedad ni clemencia concederás a Amor
por cuanto te hizo sufrir en otras vidas.
Sus alas, el cierzo irá erosionándolas.
SE ADORNA EL ÁNGEL DE LA ENVIDIA CON ALAS POSTIZAS
a Ángel González
Femenino tigre a punto del deseo, cuyo orgullo
le impide abatir el ropaje y abarcar el instinto.
Celoso hasta del aire que le roza, sumiso final-
mente al oscuro designio de los castos.
Etéreo argonauta de abrupta, inquietante belleza,
escorzo de pasión u orquídea de flagelante estambre,
espada animal cuyo húmedo acero engarzar sueña
la seda ceñida a su fiera entrepierna.
Gladiolo imberbe, lirio de luz, perverso ángel:
sutilmente las alas ha robado al cisne de Leda
y, adornadas con fuego y glamour despiadado,
vanidosas suscitan la envidia de los ángeles negros.
EL ÁNGEL DEL SUICIDA TIENE FORMA DE GRITO
a Ángel Ganivet
Más allá de este mundo otro mundo se intuye,
donde la carne tiembla como animal herido
y el silencio se parte a la altura del aire,
sólo atento al poder que la muerte le otorga.
Más allá de este mundo, una bala de escarcha,
una lengua madura en pos de tu saliva,
menuda flor de lis, voraz y caprichosa,
sin descanso persigue hace siglos tu labio.
Otros mundos aguardan mas no están en nosotros.
Bajo el cielo encarnado que alberga la boca,
con la punta caliente del paladar suicida,
se esculpe un epitafio a golpe de revólver.
VIVEN LOS ÁNGELES EN EL VÉRTICE DE UN ÁNGULO
Y ENTRE ELLOS NO DISCUTEN SU NATURALEZA
a José Ángel Valente
Ángel de voz madura, antes que sople el cierzo
y tus alas se adentren en tierras de granizo,
déjame en tu jardín retozar con las flores,
acariciar el pétalo que sólo algunas horas
permite de mis dedos el vegetal engarce.
A matar aprendió de joven el instinto
mas es mi corazón un brazo sin espada.
Cuando abrupta e indómita se aproxime la noche
tintineando un odre con huesos de aceituna,
en la más desolada región del universo
me hallará, solitario, bajo un rugoso olivo.
Al fondo de las ramas otro ángel espera
el instante preciso en que ocupar mi puesto.
Durará su gobierno lo que un fruto en el árbol.
EL ÁNGEL DEL TOREO TIENE LAS ALAS CARMESÍES
a Ángel Peralta
Bajo el pitón izquierdo ponme tus alas niñas
para bordar en hilo una rosa escarlata.
Rugen desde las gradas clarines y suspiros
por ver llegar la muerte cuajada de pañuelos,
arrebolado el aire en torno a su cintura.
Una jaca de nieve me enjareta de pronto
con su cálido abrazo de amorosa osamenta
pero tu piel menuda promete más caricia.
No temas a mi torpe semblante desalmado
y acércame sin sombra el beso traicionero,
la sangrante mejilla de tu espada anunciada.
Pondré sobre el albero un estertor granate
que contagie de gozo al circo enardecido.
Derecho hacia las tablas o el ardiente capote,
mi corpachón zaino va buscando el sosiego;
burlando, fue burlado por tu diestra certera.
LIBAN LOS ÁNGELES EN LABIOS ADOLESCENTES
a Ángel Caffarena
Ciertamente posees, ángel de rostro ámbar,
andanas y lagares, perfumados racimos,
y al reino de la vid un alazán de mosto
te conduce entre nubes de alegre algarabía.
Concédeme tu gracia y acércame las uvas
más verdes del racimo, su refrescante almíbar.
Si al apurar el vino tu vértigo me vence,
arráncame las alas, carnales y fogosas,
y enciende una fogata de blancor malherido
con la tibia y lechosa calina de mis plumas.
Cuando hayas de rozarme, rózame lentamente
con el borde del labio, sin herirme la encía.
CUBRE SU DESNUDO EL ÁNGEL CON LA AURORA BOREAL
a Ángel Crespo
Alas de tierra enjuta clavas en mi mejilla
y un manojo de estambres aturdido flagela
mi despeinado talle, la ceja de mi aliento.
No cesará la noche de abrirme las heridas
ni el canto de los grillos diminutos de agosto
pondrá un botón de alivio en tan amargo trance.
Color de zarzamora entre la niebla dura,
así el dolor se vive a lo ancho del costado.
Acércame una esponja bañada por mis lágrimas
y en cada mordedura de acero y sangre prieta
pon su frescor lascivo, su divino tormento.
Si ser mártir conduce hacia un celeste abismo,
razón tendrás, Amor, en clavarme las flechas,
no en vano tus suplicios prometen gozo eterno.
Tu corazón me tiene en vilo y desangrado.
EN MAYO FLORECEN LOS PUBIS DE LOS ÁNGELES
a Sor Ángela de la Cruz
Mayo se aproxima con el ala doblada
y un oculto rumor de jaramago.
Espejea la tarde alrededor del río
y mi labio retiene un junco brillante.
La hierba se pliega a los sentidos
igual que un cuerpo joven se comba a lo amoroso
y ciñe su tristeza en otros cuerpos.
No se trenza la dicha con hilos de agua,
ni ajeno es el dolor al ave fugitiva.
Preparan los ángeles la noche
y su presencia va tiñendo los sauces
de morada penumbra. Un vértigo finito
se hace dueño del aire cuando al amado
extiendo un manojo de espliego.
La frente traigo herida de soñarme
despierta en el regazo tibio de su ingle.